Se trata de la tipología más habitual. Para poder optar por ella, se debe haber cotizado un mínimo de 15 años (2 de ellos deben haber sido en los 15 años previos a la solicitud). Si se cumplen estos requisitos nos podemos encontrar en dos situaciones.
Otro de los tipos de jubilación que existen es la jubilación anticipada. Como bien indica su nombre, con ella puedes poner fin a tu vida laboral antes de lo previsto bajo ciertas condiciones:
Cada vez más trabajadores desean o deben mantener cierta actividad laboral o retirarse de la vida profesional de manera gradual. Los regímenes especiales proporcionan la transición necesaria:
Tras haber cumplido los 60 años, existe la posibilidad de compaginar la pensión de jubilación con un contrato de trabajo a tiempo parcial.
La pensión de jubilación se puede asociar a un contrato a tiempo parcial. El tiempo de trabajo oscila entre el 50 % y el 75 % de la jornada a tiempo completo.
Está destinada a aquellos trabajadores que quieran seguir trabajando. De esta manera complementan su salario con el 50 % de la pensión de jubilación. El requisito es tener 65 años y haber cotizado el mínimo necesario.
Los trabajadores que deseen alargar su vida laboral pueden acoplarse a esta modalidad, con la ventaja de verse incrementada su pensión hasta un 4 % adicional por año extra.
Para poder disfrutar de tu jubilación, siempre es recomendable ahorrar tan pronto como sea posible para asegurar una tranquilidad económica. Por ejemplo, con un plan de pensiones y aplicando un retorno anual del 5%, ahorrando un euro al día a partir de los 25 años, podrías tener acumulado unos 50 000 euros, un colchón muy decente que proporciona tranquilidad a la hora de salir de la vida laboral. Con una buena base siempre te será más sencillo elegir el tipo de jubilación que más te conviene.