La inflación se ha convertido en un concepto económico con el que estamos muy familiarizados, especialmente en momentos como el actual. Sin embargo, es posible que te preguntes qué es la inflación subyacente, un indicador menos utilizado, pero más preciso que el anterior. Esta noción resulta especialmente útil cuando se producen movimientos muy bruscos en los precios durante un periodo de tiempo breve.
Conocer el dato de la inflación subyacente nos ayuda a comprender mejor qué está ocurriendo en la economía en tiempos de volatilidad, eliminando factores que puedan inducir a error. De esta forma, resulta más sencillo adoptar medidas para normalizar la situación, tanto por parte de gobiernos y bancos centrales como del lado de los ciudadanos que se planteen qué decisiones tomar para proteger sus ahorros en tiempos de inflación.
¿Qué es la inflación subyacente y qué tiene en cuenta?
La inflación subyacente o core inflation es un indicador que sirve para analizar la variación de los precios de consumo a corto o medio plazo de una forma más precisa y menos errática que la inflación general. En esencia, y al contrario de lo que ocurre con la inflación general, este indicador no tiene en cuenta el alza de los precios de alimentos no elaborados (frutas, verduras…) y productos energéticos (gasolina, gas, electricidad…).
En momentos en que los precios fluctúan considerablemente en un periodo de tiempo breve, la inflación subyacente nos muestra una foto mucho más realista y, por tanto, menos distorsionada de lo que está sucediendo en el mercado.
¿Cómo se calcula la inflación subyacente?
Es completamente normal que los precios varíen en función de distintos factores (principalmente, cambios en la oferta y/o la demanda) a lo largo del tiempo, pero cuando estas variaciones se producen de forma brusca o generalizada, se hace necesario detenerse a analizar qué está sucediendo.
En caso de que nos encontremos ante un aumento generalizado y sostenido de los precios de los bienes y servicios existentes en el mercado durante un determinado período de tiempo, podremos hablar de inflación.
Una de las formas de medirla consiste en analizar el conjunto de los precios de productos en una economía. Por ejemplo, en el caso de España, usamos el Índice de Precios al Consumo (IPC) o, a nivel europeo, el Índice de Precios de Consumo Armonizado, que nos permite realizar comparativas muy acertadas entre los distintos Estados miembros.
El IPC está formado por una serie de categorías concretas y definidas que representan el conjunto de bienes y servicios del mercado. Al análisis del alza de este conjunto le llamamos inflación general.
Sin embargo, existe otro indicador más que resulta más útil cuando la inflación es verdaderamente extrema: la inflación subyacente. La principal diferencia entre ambos es que la inflación subyacente no tiene en cuenta dos de las categorías de la ‘bolsa de precios completa’ de una economía:
- Alimentos no elaborados (frutas, verduras…)
- Productos energéticos (gasolina, electricidad, gas…)
Esto se debe a que los precios de los productos correspondientes a estas partidas son los que más fácilmente fluctúan en momentos de volatilidad. Al sacarlos de la ecuación, evitamos quedarnos con una imagen excesivamente negativa o exagerada de la realidad y, como consecuencia, gobiernos y bancos centrales pueden tomar decisiones más afinadas para devolver la situación a la normalidad.
- Por ejemplo, cuando existen conflictos bélicos, como es el caso de la guerra de Ucrania, los precios de la energía y de los alimentos suelen subir mucho y muy rápidamente, especialmente en un contexto de interdependencia internacional.
- En el caso de la alimentación, además, hay que tener en cuenta que hablamos de productos cuyo precio se encuentra muy influenciado por un factor tan incontrolable como la meteorología.
¿Qué diferencia hay entre la inflación subyacente y la general?
La mejor forma de comprender cuál es la diferencia entre la inflación subyacente y la inflación general es conocer cómo funciona cada uno de estos indicadores.
En el caso de España, el IPC tiene en cuenta los siguientes elementos:
- Alimentos y bebidas no alcohólicas
- Bebidas alcohólicas y tabaco
- Vivienda
- Vestido y calzado
- Menaje
- Medicina
- Transporte
- Comunicaciones
- Ocio y cultura
- Enseñanza
- Hoteles, cafés y restaurantes
- Otros bienes y servicios
Para medir el IPC subyacente, extraemos de este listado aquellos elementos relacionados con los precios de los alimentos no elaborados y los productos energéticos para obtener una visión menos distorsionada.
El resultado es fácilmente visible si comparamos la inflación general y la subyacente en un mismo gráfico para el mismo periodo de tiempo: las fluctuaciones en el segundo caso suelen ser mucho más suaves que en el primero, tal y como podemos ver en el siguiente gráfico:
En este gráfico, elaborado con datos recogidos por el Instituto Nacional de Estadística (INE), podemos analizar las variaciones del IPC (general y subyacente) desde enero de 2002 hasta noviembre de 2014. Se trata de un periodo interesante porque nos permite conocer el efecto de la crisis de 2008 en el IPC.
En concreto, si analizamos la parte central del gráfico, vemos que los precios no dejaron de aumentar durante 2007 y hasta mediados de 2008, donde el IPC marcó el 5,3 por ciento (su nivel más alto desde 1992). Tras ello vinieron ocho meses consecutivos de caídas, y el IPC entró en negativo en marzo de 2009, que coincidió con el retroceso del precio del petróleo y con el abaratamiento de algunos alimentos.
Sin embargo, si atendemos a la inflación subyacente, vemos que tanto el alza como la caída de precios durante este periodo fueron mucho más suaves al extraer de la ecuación el precio de alimentos no elaborados y productos energéticos. Solo en abril de 2010 este indicador entró puntualmente (y de forma muy leve) en negativo.
El siguiente gráfico, que data de enero de 2023, nos muestra un hecho menos usual: la inflación subyacente supera a la inflación general.
Esto suele significar que la inflación se ha trasladado a un número importante de sectores económicos, más allá de alimentos y energía, por lo que el efecto de extraer estos dos sectores del cálculo no tiene un efecto tan notable.
Este resultado también puede ser reflejo de un abaratamiento en los precios de alimentos y/o energía, que provoca una relajación del IPC general. Sin embargo, existen múltiples factores que pueden explicar este fenómeno.
Por último, otra diferencia entre inflación general e inflación subyacente tiene que ver con el periodo que nos permite analizar:
- La inflación general suele utilizarse para medir variaciones en un periodo de tiempo relativamente prolongado (por ejemplo, seis meses o un año).
- Sin embargo, la inflación subyacente resulta especialmente útil en el análisis de periodos breves o, como mucho, a medio plazo (un mes, un trimestre…).
¿Para qué se utiliza la inflación subyacente?
Ya sabemos que la inflación subyacente sirve para analizar el incremento de los precios en un periodo de tiempo corto o de duración media sin tener en cuenta los elementos que más distorsionan el balance global de precios. El hecho de extraer alimentos no procesados y productos energéticos de este análisis permite alcanzar conclusiones más acertadas y adoptar mejores medidas para sanear la situación.
Además, gracias a la inflación subyacente podemos analizar mejor los resultados de la política monetaria de una economía concreta, ya que eliminamos el ‘ruido’ que provocan los factores internacionales que condicionan el resultado.
Ejemplos de inflación subyacente
Un buen ejemplo de inflación subyacente lo encontramos en la situación actual: tal y como recuerda el Banco de España (BdE), la inflación ha aumentado de forma constante desde mediados de 2021, extendiéndose a diferentes componentes de la inflación subyacente, tanto en el área del euro como en España.
Esto es fruto de distintos factores:
- El encarecimiento de las materias primas en los mercados internacionales, tanto energéticas como no energéticas, en relación con la guerra en Ucrania.
- La presencia de cuellos de botella en la producción.
- El aumento de la demanda para el acondicionamiento de la vivienda.
- La intensidad con la que se han reanudado las actividades que conllevan mayor contacto social tras dos años de demanda restringida debido a la pandemia.
Por estos motivos, muchos de los componentes de la inflación subyacente “han registrado aumentos de precios especialmente elevados en el último año”.
¿Cómo proteger tus ahorros en tiempos de inflación?
La inflación deja a los ahorradores con un abanico de opciones más limitado a la hora de invertir y hacer crecer su dinero. Es un hecho que la inflación reduce nuestro poder adquisitivo y el valor de nuestro dinero, por lo que mantenerlo ‘quieto’ supone inevitablemente verlo decrecer.
Por este motivo, los analistas coinciden en que es recomendable buscar opciones que permitan minimizar o absorber el impacto de la inflación en los ahorros.
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Conocer cómo funciona la inflación subyacente puede ayudarte a comprender mucho mejor cómo funciona la economía de tu país, así como la de otros Estados, independientemente de factores internacionales como los que nos afectan actualmente. De este modo podrás tomar decisiones más inteligentes de la mano de tu gestor de inversiones. Si necesitas ayuda a la hora de decidir qué destino dar a tus ahorros para evitar su pérdida de valor, contacta con uno de nuestros agentes.